Nos citaron a las 15, yo era una licuado de alegría, nervios, adrenalina...Nos dieron un gafete para poder ingresar ¡con nuestro nombre impreso! Se me hacia tarde para entrar, gracias a las dos Fernandas, Susana, Ruth, Flor o alguna otra me distraía escuchando sus pláticas o estando en ellas, pero por mi mente pasaba <<cuando vengan los Baba, sé que por aquí tienen que entrar y salir>> pero creo que eso aumentaba más mi emoción.
Como a las 16:50 por fin entramos, yo siendo la tercera de la segunda fila de sopranos, creí que sería más relajo ingresar, cuando menos lo imagine estaba en el escenario, frente a 10000 butacas, busque mi lugar de la última vez visite este bello recinto y me di cuenta que los Baba posiblemente me pudieron haber visto, más no puesto atención, jajajaja. Rápido saque la cámara y tome la primer foto de arriba, no siempre se tiene esa vista.
Aprovechando que ya la tenía afuera la cámara, me tome una foto con mis dos sopranos favoritas. Desde que entramos hasta la salida del concierto no supe bien cuánto tiempo paso exactamente, porque después de esa foto nos pasaron a comer y luego por un pasillo que dirige a los camerinos donde hay cuadros con fotos de artistas que han estado en el Auditorio Nacional, justo iba diciéndole a Fernanda que si veía la foto de mis amados argentinos iba a gritar cuando una fuerza me llamo para voltear y ver el cuadro donde están mis sónicos con placas que indican la fecha de cuando han estado, de no ser porque iba hablando me pongo a gritar y más loca de lo que ya estaba por la emoción, antes de subir me robe una servilleta hermosamente impresa y con una galleta de pilón como recuerdo, claro que la galleta no sobrevivió. Nos adueñamos de un camerino sólo para el coro, Jajajajajaja y alguien dijo que ya era hora.
Nos dirigimos al escenario recorriendo otra parte del pasillo con fotos (bueno arriba en los camerinos también había fotos, yo gritaba cuando veía la de algún artista que me gustaba, pero eran pocos). Antes de entrar otra vez al escenario hice el ritual de costumbre con Fernanda para desearnos buena suerte y que todo saliera perfecto.
El corazón se calmó un poco, pero la adrenalina me causo un poco de estómago revuelto por ver a tanta gente que había y seguía llegando, pensaba que estaba ubicada más o menos por el lugar que Uma-T o tal vez que Panza ocupan en el escenario.
No podía con la sonrisa y era imposible ocultarlo, más cuando sonó el vals de las flores no me pude contener mover al ritmo del vals. Cuando nos volvimos a levantar para cantar otra vez veía a la orquesta y las demás coralistas, entonces aumentaba mi emoción por cantar junto con todos.
El concierto se me hizo más corto de lo normal, seguro que lo disfrute aún más que los anteriores o que sé yo, porque hasta mi voz la escuchaba más fuerte, fundida con la de Susana, Fernanda y las señoras de atrás de mi.
Salimos con ganas de seguir cantando y bailando, aún las tengo. Mi mamá compro una taza de recuerdo y junto con todo lo demás irá a mi otra caja de tesoros.
No hay manera para agradecer a mi mamá por haberme acompañado y seguir esta locura conmigo. Y no, no puedo creer que haya cantado en tal lugar. ¡Amo al coro!
¡Ojalá que el próximo año sea aún mejor!