Y de pronto, me siento como un producto defectuoso, como si hubiera sido algo de moda que en cuestión de tiempo se acabó y ahora solo ocupa un lugar más entre estantes.
Siento como si todos los logros anteriores que me han costado mucho esfuerzo valieran menos que nada, casi puedo ver a la vida se riéndose de mí a carcajadas y el marcador indicará mil victorias contra un terrible cero que me aplasta, que me corta la respiración y me tuerce el brazo para que me rinda.
Obvio, sé que soy más fuerte que eso pero no puedo quitarme de encima la sensación de que algo está algo mal en mi y no lo puedo modificar.
Tal vez, las cosas tarde o temprano vuelven a su lugar y yo vuelvo a ser la típica chica invisible de siempre que no tiene ganas de sobresalir por miedo a que la señalen, la que llora a mares de lágrimas sin solucionar nada pero al menos se desahoga. La chiquilla que escribe como pinche loca esperando tener una respuesta, pero a cambio recibe claridad de pensamientos y un poquito de fuerza para seguir otro ratito a flote porque esto apenas comienza.