Muso

México, 21 de marzo del 2018.

Querido:

Cada vez me cuesta un poco más de trabajo conseguirte un apodo. No te asustes, la razón es que se me ocurren demasiados que no me decido por alguno.

Las personas no paran de repetir que peine mi cabello un poco, antes necesito peinar mis ideas. Bueno, ya no quiero discutir eso. Al menos no por este medio.

¿Te he dicho que me encanta tu voz? No entiendo porqué a ti no te gusta, yo podría escucharla todo el día. No necesitaría ninguna otra droga.

Creo que te llamaré Numen-cio, jajajaja porque me acabo de enterar que significa lo que tú eres para mi. Para retrasar el ponerte rojo, busca su significado y me dices lo que piensas. 

Si se trata de ti, la música me entiende porque es la única que conoce de bellezas, sin peros, mezclando armonías, emociones, compases, orden desordenado, figuras, ritmos, voces, colores, sabores, olores, recuerdos, silencios que dicen más que la letra en si y que son tan obligatorios para que lo demás tenga sentido (si eso puede ser posible) y el ingrediente secreto, la magia. 

Desde que te conocí siempre te he comparado con canciones porque es lo único que se llega a acercar a lo que siento por ti cada vez que te veo, escribo y me dedicas palabras exclusivas para mi o compartimos una mirada de complicidad.

Cuando no te das cuenta, te escondo entre mis canciones favoritas, te cobijo en cada palabra que me recuerda a algo de ti.

En la voz de aquella chica que hace glissandos con su voz en el coro de la canción, en los ritmos rápidos que sin darme cuenta me hacen bailar. En los ritmos lentos que hacen que todo desaparezca alrededor cuando te encuentro de frente en la calle o te como a besos.

Eres una canción con minutos definidos, donde cada segundo debe ser aprovechado con mucha inteligencia, mezclar los sonidos, miradas, sonrisas y silencios correctos en el momento adecuado para que todo sea armonioso como tú.

Te adoro mucho, Numencio.

Tu magia