27 de diciembre 2018
Querido serotonino (?):
Terminé de ver la serie esa de la que todos hablan en estos días, jugaré a ser crítica de series y diré que no me gusto, sentí que el final fue un poco improvisado o que, como mis historias, no saben que inventar y termina siendo cualquier cosa. Equis.
Lo rescatable es que dijeron algo que me hizo pensar mucho: Lo raro atrae lo raro, o algo así, la idea se entiende; me pregunto si tú y yo tenemos la misma enfermedad mental y esa es la razón por la que nos entendemos tan bien como lo hacemos.
Lo que me lleva a una serie que siento que nos une más, por simplemente haberte puesto un apodo de uno de los principales personajes, ese que tiene una risa muy peculiar como tú lo tienes de encanto para mi.
Hablando de encantos y de enfermedades mentales, no paro de imaginarte por doquiera que yo ando. Me vino a la mente una película (o ¿era serie?) que para volver loco a un personaje lo hacen alucinar con una sola persona y de pronto, una escena en el lugar más concurrido todos tienen la misma cara, lo malo es que no te la puedo recomendar porque no recuerdo el nombre o dónde vi eso.
¿Te acuerdas cuando entraste a la iglesia con un pin muy tú y me hacías gestos? Sólo tú sabes que significa tu nombre para mi, siento que si lo digo muchas veces en mi cabeza aparecerás frente a mi como si fueras un mortifago leal a Voldemort, no quiero parpadear para seguir alucinandote otro segundo más.
Digo tu nombre antes de dormir para atraerte en mis sueños y así poder abrazarte y besarte. Me estoy rompiendo sin ti.
El edificio donde trabajo se transforma y en cada esquina o rincón nos veo jugando con los labios porque no hay cámaras.
Veo espacios donde hubo risas, pasteles, mucho viento, gritos y hasta lágrimas. Huele a cuando me perdí y me desubicaba al salir de los elevadores por venir platicando contigo en el celular.
Recorro salas que quiero que se parezcan a una esquina gris.
Es el mismo número de piso, parece que estoy en mi rincón favorito por la ventana, con autos que parece que no van a ningún lado. La gente es diferente pero hay sonidos que recuerdan miles de mensajes que nunca podré recuperar. Hay emojis que se ataron a ti.
Todas mis cursilerías las tienes sólo tú. Y me alimento de fotos que no puedo ver, voces que no quiero oír, corazones rotos y necios que van solitarios en la calle.
Por el amor del diablo, ¡ya regresa!
Tu esquizofrenia