Es curioso como mi mente recuerda casi todo lo que ha pasado desde aquel 12 de enero de este año cuando me llegó el mail diciendo que estaba pre-admitida en Laboratoria.
Fue el 20 de febrero, primera semana, día 5, primer viernes de plática motivadora (tipo 12 del día) cuando las hermanas Salas, bajo la mirada curiosa de todas las chicas que entraron al salón. Creo que fue Tash la que inició la charla, pero yo quedé encantada porque parecía que entre las 2 interpretaban una obra perfectamente ensayada ya que si una decía algo, la otra le respondía o completaba la frase de la otra.
Y así, fueron las encargadas de darnos el primer golpe para abrir los ojos y comenzar a ver más allá de lo que estamos acostumbradas a ver, además de regalarnos un consejo importantísimo y vital para la vida laboratoriana: Pedir ayuda.
Lo que si no recuerdo fue quien sugirió que saliéramos a tomar una foto de recuerdo todas juntas con tales invitadas tan de lujo y el otro día casi por accidente volví a ver aquella foto y casi lloro (pero shh); todas sonrientes con las manos arriba haciendo la laboseñal demostrando que estamos muy contentas por aprender código, enseñar que “JS nos hace los mandados” y que ninguna de las que posamos muy felices tiene demonios con lo que pelear, ni tenemos problemas pasados o que nos persiguen hasta el día de hoy. Sonreímos con la ignorancia del futuro que nos espera por estos meses. Aparecemos contentas porque nos sentimos perfectas o en todo caso queremos serlo, desconociendo que días después nos mostrarían que no tenemos porque serlo y que es mejor ser así.
Estoy segura que cada sonrisa en esa foto es verdadera porque a pesar de todo lo que sucede por detrás estamos felices de estar enfrentando esto con todo y contra todo.
Recorro la foto con la mirada y encuentro caras que por diversas razones ya no forman parte del grupo y me lleno de nostalgia por recordar como a la hora de comer tenía que echarme a correr para ser de las primeras en calentar mi comida. Al recordar como compartí squad con varias de ellas y es horrible la sensación de saber que no pude ayudarlas más. Recuerdo bien la tercera semana cuando Lucile nos dijo que no debíamos de culparnos porque una del equipo se fue, sé que tiene razón (y ahora ya medio lo entendí) pero igual siento que pude hacer más por ellas y quién sabe, tal vez seguiríamos todas las que iniciamos.
Veo la foto y es como si frente a mi hubiera poco más de 60 hermosas mujercitas completamente desconocidas, esto por darme cuenta de como las he visto cambiar, es una sensación preciosa recordar como casi todas hablaban con un tono de voz muy bajo y ahora no hay poder humano que nos haga bajar el volumen, saber que el primer sprint nos provocó lágrimas de frustración, enojo y tristeza mezcladas para que hoy nos dieramos cuenta que somos capaces de hacer lo que querramos, aún el JS nos saca canas de vez en cuando por no entenderlo, pero ya no nos ponemos como en un inicio, es decir, crecimos. Me doy cuenta que las que aparecen en la foto se quedaron en la foto porque hoy las chiquillas temerosas que sonrieron ese día se convirtieron en bellas mariposas, ah no, en hermosas programadoras valientes pero capaces de todo.