Estoy en mi habitación, son las 5:23 de la tarde y estoy queriendo alcanzar un juguete que mi mamá me escondió en la parte de arriba de una repisa, hasta arriba y atrás para que no lo viera. De hecho, no estoy segura si lo encontré.
Seguramente hice alguna travesura y ese era mi castigo, pero como siempre he sido bien necia y mi mamá no estaba pues le jugué a la rebelde.
El mueble era más o menos parecido a la imagen de arriba y mi corta estatura en ese momento, propio de una niña, apenas logré subir al primer cajón, de pronto algo me hizo corto circuito y mi sonrisa se pone en pausa porque dentro de mi cabeza me empiezan a gritar, no supe si era por mi nombre o por el apodo que dice mi mamá.
Me quedo quieta por un rato por si los gritos eran reales y ya me habían descubierto o estaban a punto de hacerlo.
El silencio del cuarto me responde y sigo con mi travesura. Trepada como chango trate de continuar porque ese juguete debo tenerlo conmigo.
Volví a escuchar los gritos, siento que ya los había oído hace tiempo, pensé: hacía tiempo no me pasaba. Pero los gritos vuelven a atacar como si hubiera viajado al futuro y hubiera sabido la santa regañiza que se me puso.
Esta vez es noche, pasaron como 20 años y ya no me subo a las repisas, simplemente estoy jugando con mi celular para pescar un poco de sueño y seguir de largo hasta que suene mi alarma por la mañana.
De pronto, no supe en qué momento o de dónde vino la sensación de no ser yo. Tal como cuando estaba pequeña, me quede quieta, así es como supe que no estaba siendo yo.
Es como si fuera consciente de que mi cuerpo es sólo el cascaron para "mostrar" quien soy, que puedo adornar con ropa, accesorios y/o tatuajes a mi antojo; el contenedor de la vida que quien sabe donde radica; donde el tiempo deja marca con el paso de los años cambiando el tono del cabello, de la misma piel o simplemente dibujando líneas; y que la persona que digo ser, en realidad vive dentro.
La que tiene el control (como en los hombres de negro 1) es esta que escribe, que siente y decide si mueve o no los dedos. Pero esa noche me volví espectadora, como si alguien con el carácter fuerte y opuesta a mí, me hubiera empujado. Es decir, a lo que creo ser.
Siento que me convertí en una fuga musical, digamos que la frase principal es la esencia que soy todos los días a todas horas y se hubiera superpuesto otra esencia diferente tratando de ocupar mi cuerpo. No sé si me explico. Dejaré un ejemplo de fuga musical y si no me entiende, aunque sea musicalice el día.
Sentía que mi cara hacía gestos exagerados que no haría yo, es decir, sé que yo no muevo el labio cuando algo no me parece, o a lo mejor si pero no de esta manera exagerada y marcada que sentí.
Mis ojos se movían un poco desesperadamente. Me empecé a asustar y es cuando los gritos volvieron a aparecer. Creo (digo creo porque en serio no recuerdo bien que pensé) que pensaba algo como: yo puedo más que tú, tonta. Quítate. Sin groserías pero si de una manera violenta y agresiva.
Me empecé a asustar más porque dije: no soy yo, ¿qué hago?. Tuve la sensación que iba a entrar a una pesadilla.
Las voces sé que no eran reales y que es como si estuvieran dentro de mi cabeza pero en forma de humo, ni siquiera algo más "material". Sentía mucho miedo y lo único que mi cuerpo hizo fue bloquear el celular y acomodarme para dormir.
Me di la vuelta, acomode mi teléfono para escuchar la alarma, me dormí y ya.
En la mañana me sentía rara porque tenía miedo que lo que sea que haya pasado en la noche se volviera a presentar o que yo no estuviera en el cuerpo y sólo fuera espectadora de alguien más.
Aún cada noche, siento miedo que me vuelva a pasar. Espero hacerme entender porque en serio me costo trabajo encontrar una analogía a lo que sentí esa noche.