Siempre he pensado que escribir cosas como estas es una estupidez porque no lo hice en el momento adecuado y ahora ya es inútil escribirlo porque las palabras se vuelven más frías y duras, sin sentido.
Esto lo escribí pocos días después de que ya no estaba con nosotros. Lo escribí porque me da miedo olvidar todas sus palabras, sus enseñanzas y, es muy tonto, pero a ella.
Aún estoy en fase de negación, siento que está dormida en su cama; que no ha apagado la luz de su cuarto para darse cuenta cuando nos subimos o que en cualquier momento va a bajar descalza a regañarme para que ya me suba.
Cuando pongo su música, la voy a escuchar cantar o me dirá que le baje porque le molesta. Mejor ponga el radio porque no le gusta estar en silencio porque se escucha muy feo.
Me dirá que no quiere comer y que de todo me enojo, mejor aún, que le sirva poquito o la mitad de la botella de coca. Me preguntará si ya escuché que hay Lulú de 5 litros, que es mucho refresco.
Por la tarde mientras termino de trabajar o hacer cualquier cosa me llegará el olor a su sopa o arroz que tanto me gustaba cuando lo hacía. Y que a veces la sopa tendrá sabor a catsup porque se la puso por una confusión.
Me llamará para que vaya a la tienda a comprar un "cuadrito" o me dará una bolsa de plástico para que nadie vea el encargo. Posiblemente me dé dinero para que compre unas papitas que sabe que tanto me gustan.
Si de pronto se llegase a caer una olla se enojara, la pateara y le dirá “¿para qué te caes, cabrona!?” haciendo más ruido que la misma olla al caerse.
Hará calabazas con queso o brocolis con mantequilla con magia que sólo las abuelitas saben poner a la comida para que sepa más rico de lo normal.
Si alguien viene de visita, le ofrecerá de comer y casi lo obligará a comer doble ración con la frase: ¿te sirvo más? ¡si hay! o ¡toma, si están bien ricos!.
Cuando haga alguna travesura, me dará un anillazo con la técnica inigualable y única que solamente ella pudo capturar y mantenerla por todas las generaciones que pasaron.
Compraré mis chicharrones y le quedará naranja la boca o comerá chocolates. Me dirá que mientras yo limpio abajo la casa, ella tenderá sus camas y quien acabé primero, le ayudará a la otra.
A cierta hora de la tarde, le prenderé la tele y si hay un programa que no le guste me diga que le ponga donde yo quiera.
Si ve mis lentes en la mesa, se los pondrá y me preguntará qué cuánto me costaron, que con ellos se ve bien. Que necesita unos así porque le arden los ojos cuando ve la tele.
Si lloró me preguntará ¿Qué te pasó? y le preguntará a mi mamá ¿Por qué llora la niña?
Cuando sea mi cumpleaños, dirá que cumpliré 18 y que el año nuevo es mil novecientos…ah no, ¿qué año?
Hablará con mi abuelito en la ofrenda o cuando vayamos de visita al panteón, le pegará a la cruz para hacer sonar su súper anillo de poder y tendré que esconder mi ropa negra.
Cuando no me quiera bañar diré que de mugre nada me pasa y que mejor se bañen los que me quieren bañar.
Si algo se pierde, se enojará y nos preguntará: Pues ¿Dónde lo dejaste? ¿Por qué no guardas las cosas? Todo dejas ahí tirado. Le prenderá una veladora a San Antonio para que nos ayude a encontrarlo. O mejor aún, ella lo habrá guardado y se le olvidará sin querer.
Le dará de comer al gato y/o al perro por la orilla sin que nadie se de cuenta y por la noche la escucharé rezar, pedirle a Diosito que cuide a sus hijos.
Cuando vayamos a algún lugar en el carro, ella se acomodará y querrá ir a sus anchas aunque los demás vayamos muy apretados. Si son tramos grandes, preguntará que si falta mucho porque está muy lejos.
Si el sueño me gana en el sillón, ella siempre me echará su chal o alguna cobijita encima porque hace frío. Pero antes me insistirá que ya nos subamos a nuestras camas.
Cuando vaya a la comercial, tendré que cargar la bolsa más pesada para evitar que ella lo haga, se me entumiran los dedos porque "Ya falta poquito para llegar" y al final me dirá que ni pesaban tanto.
Cuando le haga un huevo estrellado me agradecerá con un tierno: Gracias, señorita. Entonces la veré raro y me responderá con ¿Qué no eres señorita? y morir de risa con tan ingeniosa respuesta.
Cuando la abracé me dirá: ¡Ay mijita chula, cuidate mucho porque hay muchos muchachos malos!
Si me enfermo, me cuidará dándome la medicina, sintiendo mi frente para estar al pendiente que no tenga fiebre y me cubrirá con una cobija, verá a mis gatos a mi alrededor, les dirá que me tienen que cuidar y que me hagan compañía mientras ella regresa de hacer lo que estaba haciendo.
Siempre supe que había aprendido muchas cosas de ella pero hasta ahora soy consciente de lo que en verdad me dejo. Sus canciones, sus costumbres, sus frases, sus palabras. Saber que frase diría si ella estuviera a mi lado o frente a mi.
Saber que los sustos y los corajes se pasan con tequila, a veces incluso olvidando cuanto tomaste y marearte.
Que no importando los años, siempre debes tener una actitud fuerte e imponente a pesar de todo. Para que cuando sea tarde puedas decir: ¡Mira ya la hora que es, ya es bien tarde! ¡Va a llover! ¡Ya me voy a subir a dormir!
A cantar muy fuerte que hoy la que sea es igual, que las noches las hago días o que seas muy feliz.
Curiosamente a entender que no debo poner música porque me trae más recuerdos de los que quisiera y ponerme a llorar.
A rezar con las manos frente a mi, a que un rebozo siempre abriga. A hablar con los difuntos para minimizar un poco más el dolor, a que la leche sabe mejor con galletas y la comida con coca.
Pedirle a santo niño de Atocha que nos cuide o a algún santo que me haga caso. Ella siempre tenía uno para cada ocasión.
Cuidar a mis animales. Incluso, aunque no lo haya querido (se lo adjunto de cualquier manera) a adoptar gatos al por mayor porque me seguirán, cuidaran y me calentaran los pies.
Limpiarme con un huevo y a que me echen humo después de una visita al panteón. A que siempre debo traer cambio extra por si se descompone el camión.
Que no use pantalones tan pegaditos o las faldas tan cortas, que mis piernas se ven gorditas con medias y que me veo bonita con botas.
A mandar mucho allá lejos a quién no quiera tener cerca de mi, hijos de tal por cual. A extrañar.
Conocer Chignahuapan y que las aguas termales siempre alivian todo al igual que el vaporub.
A que la oscuridad puede ser aterradora. Comer flan con elegancia sin dejar rastro.
Siempre debo observar bien como dejo mis cosas para saber si algún intruso esculco mis pertenencias.
¡¡A usar faldas!!
Saber que a las abuelitas chiquitas no se les dice abuelas porque las abuelitas son ninjas que se pueden salir a la calle sin que nadie se entere.
A guardar en una servilleta lo que ya no quiera comer. Me enseñó que pase lo que pase, debo aferrarme a mi monederito.
Para que nadie se dé cuenta dónde guardo mi dinero, mandaré a quien me quiera ayudar a otro lado mientras yo lo sacó de su escondite secreto.
A ver películas y saber que actriz o actor trabaja con nombre y apellido.
Refranes como: "Para visiones, los pobres" cuando me pinte el cabello de un color nada natural.
A que debo salir un ratito al sol para calentarme y sacudirme el frío. Y que tengo que comer por comer.
A que el nesquik se parece a las croquetas de mis perras y que los frijoles no se echan a perder si les pongo coca.
Decir que no importa si me caigo porque ya tendré que levantarme y que no me estén chingando con tonterías.
Y sigo teniendo miedo el no poder capturar la esencia que en verdad me dejó...