Ahora me doy cuenta que mi vida antes de él, era como vivir en el algodón que se recomienda poner en la base del vaso de plástico.
Lo era porque todo parecía ir lindo, sentía que todo parecía estar en su lugar y en armonía. Con el tiempo, las primeras lágrimas cayeron cuando Minita tuvo que ser dormida.
A los 2 días de ese suceso, conocí un pequeño Frijolito negro saltarín muy asustado al que tardé 2 semanas en agarrar para meterlo a mi vasito de plástico, con el tiempo fui ganando su confianza y su amor para que me permitiera introducirlo en mi algodón con agüita.
Con ronroneos, travesuras, aventuras y platicas ambos le agregamos el amor que necesita una plantita para empezar a crecer.
Justo cuando aquel pequeño Frijolito germinó a mi me hundió en la raíz, donde mis lágrimas la regaban y pudiera tener el medio necesario para los días (meses) que seguían.
Al alejarme de él, me hundió en tristeza para ese Frijolito parlanchín tuviera la energía necesaria para continuar el proceso de crecer grande y fuerte.
Al mismo tiempo, la luz necesaria que una planta necesita para alimentarse se la daba la esperanza de volver a abrazarlo otra vez.
Y mientras más gritaba mi dolor, usaba mi voz para terminar de germinar y que de aquella pequeña leguminosa brotará una linda plantita para que, con el tiempo, crezca en un pequeño arbolito con hojitas como la que alguna vez me dejo al lado de mi almohada. Con olor a tierra donde le gustaba revolcarse.
Siento que una parte de mi se quedo en la raíz y que jamás podrá salir de ahí.
Aquella plantita que nació me está haciendo entender que posiblemente, la misión de mi gatito Frijolito era mostrarme que no todo el tiempo podía vivir en mi algodón, que necesito perder la pena para que la gente me escuché, que debo valorar mis propios sentimientos y emociones; olvidar mi ansiedad de hablar con gente extraña para aprender de ella y expandir mis propios horizontes.
Tal vez, sólo era recordarme quien soy, rectificar el don de la paciencia, agudizar el oído a los problemas de los demás para ser más empática, ver el mundo (las calles cercanas) con otros ojos para ver más allá de mis pensamientos intrusivos y de ser posible, identificar cuando estoy siendo demasiado egocéntrica y cuando es momento de serlo.
Fue un recordatorio de la niña pequeña que ama a los gatitos y que su sueño es ayudar a cuantas criaturas se tope en el camino...
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