Una fila para mi primer sello en pasaporte, una foto, preguntas dónde inevitablemente sonreí al responder, chau y no podía creer que por fin estaba dentro del país que por años juré conocer.
Esta vez, los reyes magos en forma de avión y horas más tarde me iban a traer a personas súper especial desde hace 8 años. Y mejor aún. Me permitirían ver a nuestra banda favorita en el mundo por los siglos de los siglos en un lugar mítico que no tocan desde hace 5 años, delirar, gritar, reír, empujar y hasta sudar (demasiada información) juntas.
Vi el lugar que aparece en bestia pequeña. Teatro astros y el grand rex. Todo Buenos Aires es Babasónicos.
Gracias a una señora muy amable que estaba de turista que seguramente nos vió super emocionadas se ofreció a tomar tan bello recuerdo y que nos dejó una sonrisa porque a pesar de no hablar español se hizo entender muy curioso.
Seguramente Buenos Aires sabe que a veces escribo de él y me estaba dando la bienvenida.
Ojalá alguien hubiera fotografiado o grabado el momento exacto cuando abracé a cada una. Darge me decía y me tocaba diciendo: ¡sos real! Jajajaja
Después de tanto delirio llegué al hotel con las piernas temblando de tanta adrenalina. Grité pero parece que sirvió para ocasionar más delirio y entrar en un loop de felicidad del que no quiero salir.
Pensé que Flor y yo caeríamos rendidas, sin ganas de hablar o comentar lo que había pasado horas atrás.
Florchu se puso a ver las historias que subieron (por primera vez en el formato story de instagram para seguir el show casi en vivo) y en un momento me emocioné porque pensé que habíamos salido en una de ellas, alboroté anticipadamente a Flor quien corrió a ver el teléfono pero fue falsa alarma.
Seguíamos analizando el show en persona, después de 8 años lo hacíamos por primera vez de frente sin tener los dedos ocupados. Me acabo de acordar que vimos que Adrían chocó con el micrófono y Flor soltó una carcajada digna de recuerdo. Adrián autolesionándose como siempre.
Terminamos cambiando opiniones de que Uma se tocó el bulto en alguna canción y se levantó la remera provocando que saliera mi lado un poco perverso (?).
Esa noche fue hermosamente memorable por la cantidad de cosas que compartí con las 2, no sé si antes o después del Luna Park fui más feliz y deseaba que este viaje no terminará jamás. Es más no quería que fuera lunes porque se acercaría el momento de regresar a poner distancia entre nosotras otra vez.
Domingo y el único plan que teníamos era ir a conocer El Ateneo, pero antes un almuerzo y mi momento de probar algo delicioso muy argentino: La milanesa napolitana, yo imaginaba que sería una carne de un tamaño "normal", mi sorpresa fue cuando me sentí súper pequeña para tanta porción de carne en mi plato acompañado de puré de papa.
Y el mesero (mozo le dicen allá) me sirvió coca en una copa que me hizo sentir de la realeza (?). No sé si fue el horario, mi exceso de emoción, lo milindras que soy o todo junto que no logré terminar la deliciosa milanesa :(.
Después de mis payasadas de siempre conocí tan hermosa librería que juro que es muy hermosa. No sabía ni para donde mirar o distinguir que me parecía más surreal. Yo iba con la idea de buscar y comprar muchos libros de Liniers como alguna vez dije, si acaso arrogante rock para traerle un bonito recuerdo a mi prima que me inició en conocer a los chicos en el pasto.
De pronto, Flor soltó un casi grito para decir que en la parte de abajo estaba el vinilo de Infame, bajamos y empecé a enloquecer a comprar discos al por mayor, no daba crédito de tanta música hermosa estuviera dentro de un lugar tan increíblemente bello.
Un lugar digno para resguardar a tanta música argentina atesorada por el mundo. Subimos y Darge me dijo que me tomaba foto pero que mostrara el vinilo, jugueteo y salió así. Una foto que gritaba lo babasónica que soy, una sonrisa que demuestra lo enormemente feliz que estaba de estar en tan privilegiado lugar rodeada de música, libros y mis amigas.
Después Darge nos quería mostrar la galería bond street pero estaba cerrada y bueno, nos resignamos y seguimos caminando, el siguiente destino era el cementerio de la Recoleta.
Yo me sentía elegida por los dioses para caminar entre esas calles (una vez más) rodeada de mis preciosas amigas que jamás imaginé tener. Mucho calor pero eso no impidió emocionarme con escuchar una mini banda salida de una película afuera del cementerio.
Estábamos casi dispuestas a perdernos entre tanta tumba imponente con construcciones dignas de páginas de libros y nos regresamos a ver el mapa, ahí encontramos el nombre de Armando Bo, pero creo que el calor nos hizo olvidarlo porque terminamos quién sabe en qué parte del cementerio intentando asustarnos entre si para ponerle ambiente. No sé.
Y después nos perdimos un tantito porque no sabíamos donde teníamos que tomar un camioncito que nos llevará al jardín japonés. Sigo tan emocionada que hasta el transporte me pareció chulo.
Edificios que se parecen a algunos que he visto en películas, no sabía ni para donde voltear, al mismo tiempo no podía parar de pensar en mi México hermoso con tanto caos. Lo extrañé obviamente.
De repente la zona se siente diferente, más amplia por las casas enormes de las embajadas, Palermo me mencionaron las chicas y yo no pude evitar pensar en Polanco o las Lomas de Chapultepec por el parecido. Repito, si extrañaba la ciudad de México, es imposible no hacerlo.
Avenidas enormes, jacarandas y un viento que empujaba nos condujo al jardín japonés.
Un lugar muy mono, muy verde, muy zen.
Tan hermoso que me dieron ganas de conocer Japón.
Peces koi que me recordaron la analogía que tengo sobre ti y tantos gifs que llevan tu esencia.
La belleza y tranquilidad del lugar, la felicidad y por supuesto, las chicas me hicieron olvidar que estaba un poco o mucho muy dolida hacía ti por lo de la noche anterior. Pero eso tampoco vale la pena. Por el contrario.
Flores encantadoras pero no tanto como nuestra Florchu. Unas Hortencias que me pusieron un poco nostalgica por mi abuelita y casi pude oír en mi mente su voz diciendo que estaba muy lejos de casa y que ojalá se pasarán rápido los días para que la volviera a ver.
Fuimos a buscar el árbol de cerezo que mencionó Darge pero no lo encontramos. Parece que todo estaba súper planeado porque casi al llegar a la puerta de salida el altavoz indicaba que teníamos que salir porque ya estaban cerrando.
Salimos para caminar otro tanto, juro que jamás he caminado tanto en mi vida y sin quejarme.
Lo dicho, la dopamina hace maravillas.
Fue muy divertido escuchar a Darge y a Flor decir esa frase y hacerla parte de esta aventura, para reafirmar lo MUCHO en serio MUCHO que las amo y las adoro.
Nos despedimos de Darge y un viaje de regreso en bus (colectivo), Flor y yo nos sentíamos muy porteñas al bajar en la parada indicada para el hotel.
Y empezaba a sentirse las horas que no queríamos que llegaran. Al día siguiente Flor regresaría a Mendoza y con ello nuestro hechizo de felicidad se iría diluyendo con las horas hasta su partida.
Una noche más de delirio de cierto chico inglés para atarantar la tristeza y la despedida inminente.
Lunes y Buenos Aires lloraba antes que nosotras, caminamos hacia san Telmo en búsqueda de la escultura de Mafalda y más recuerdos. Pero antes, una parada en un restaurant esperando a que disminuyera la lluvia.
Chistosamente cuando por fin conseguimos un paraguas en un lugar que jamás imaginé que lo compraría (una farmacia) la lluvia cesó y el sol salió para iluminarnos la escultura de Mafalda. Unas calles muy curiosas con nombres de países me hicieron encontrar México y nos ayudó a llegar a la escultura.
Ya no llovía pero la payasa de mi quiso tomarse la foto con ella, ya no recuerdo porqué o para qué. Unas calles que me recordaron como a Zacatecas o Tequesquitengo nos llevaron a una galería hermosa para hacer honor a nuestros paraguas.
Yo me sentía rara pero no sabía descifrar o aceptar la razón por la que estaba así. Mi emoción mezclada con torpeza me hizo pensar que nos encontrábamos cerca de plaza Constitución, pero Flor me sacó del error. Y caminamos bajo el cielo gris por otras callecitas muy coloridas hasta encontrar la facultad de ingeniería. Otro colectivo para que nos llevará a encontrar a Darge en el MALBA (Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires).
Me emocioné mucho cuando vi que estaba una parte de la exposición que Darge me había mostrado meses atrás en una de tantas charlas intentando planear con muchos meses de anticipación los lugares a recorrer.
"La pileta" de Leandro Erlich me re encanto, tratamos de hacer poses chistosas, graciosas o ingeniosas pero sólo conseguimos caras chistosas por la reflexión del agua.
ícono - Remedios Varo |
Unos pocos metros más adelante giramos para encontrar la sorpresa que el museo estaba cerrado. Regresamos a casa calladas con una sensación que nada nos salió bien ese día.
Recorrimos por última vez puerto Madero las 3 juntas, regresamos al hotel y de pronto, ya no recuerdo nada hasta que la cachetada de la realidad me golpeó cuando estaba en la calle con un carro y las maletas de Flor frente a mi.
No me salieron palabras que decirle, sólo la abracé por última vez en esta aventura para iniciar otra nueva promesa que volveremos a repetir locuras juntas.
Después fui con Darge a preparar mi partida al día siguiente pero traía un nudo atorado con palabras que se ahogaron en el estómago y no tuvieron la fuerza para salir en el momento correcto.
Voy caminando con una de mis mejores amigas a mi lado (a la otra la acababa de despedir) y me siento no sé cómo porque sabía que en casi 24 horas el turno de separarme de ella llegaría y debía disfrutar su compañía en esta aventura que agonizaba.
Parece que empezaba a pagar tanta felicidad de los días anteriores que viví. Seguía impactada por lo de Flor que no me di cuenta cómo llegué a la calle de Florida, me recuerda mucho a Madero en la CDMX y encontré una muestra de tango que fue lo que me hizo reaccionar que estaba en Baires.
Parece que Argentina sabía que era mi última noche ahí y sabía que tenía el deseo de ver una muestra así, sentí que Dios es argentino.
Me sentí la chica más afortunada de todo México por estar viviendo estas cosas de ensueño, tan ensueño que ya olvidé cómo llegamos a galerías Pacífico porque Darge quería mostrarme un árbol muy lindo. Al ver el techo pensé: ¿¡Acaso aquí todo es así de bello!? O sea, no puedo creer que cada lugar al que iba quedaba enamorada.
Estaba contenta porque sabía que en ese lugar, Darge ha tenido varias aventuras que de alguna maneras la he vivido con ella conectándome con su blog que sigo leyendo sin falta.
Quien sabe cuantas vueltas dimos a las galerías buscando algo para merendar, en nuestro recorrido se cruzó la tienda Las Oreiro e inmediatamente reconocí que es una de sus tiendas favoritas. Re loca por saber esos datos.
Muchas tiendas bonitas que parecen sacadas de película. En una de tantas vueltas que dimos encontramos una vitrina con muchos pasteles y fue casi imposible elegir sólo uno.
Para acompañarlo la pequeña Darge compró un chocolate digno para derretirse como mantequilla, me llamo la atención que en las cafeterías te den un mini vaso de agua no sé exactamente con qué fin. No importa.
Acabo de caer que me sentía como el pay de limón elegido de la vitrina porque tenía la mezcla perfecta entre amargor y dulzor que sentía mi corazón en ese momento.
Después de despedir a Darge y cerrar la puerta de la habitación me solté a llorar como niña chiquita porque mi corazón se pintó de azul y no quería regresar a casa, pero al mismo tiempo también extrañaba mi vida en México. Ojalá Argentina y México estuvieran más cerca.
Entre sollozos me quedé dormida, tenía que tener fuerza para aguantar las emociones de mi último día. Puntualmente Darge toco la puerta de la habitación y salimos por la última sesión de fotos.
Hablando de pan llegamos a plaza de Mayo y un chico uruguayo aprovechó para engatusarme con una piedra según mi signo zodiacal y regalando otra para Darge, bautizandolas como: Las piedras de la amistad.
Muy hábilmente me preguntó que de dónde los visitaba y fue cuando mi corazón se llenó de orgullo respondiendo: México, ¡si señor!
Quién sabe que tenía el aire ese día porque Darge logró captar a mi yo despistada volteando a todos lados, casi cayéndome, haciendo caras chistosas y poses sin sentido.
Tenía horas que me había separado de Flor pero ya la extrañaba. No paro de comprobar que tengo mucha suerte por conocer a tan hermosas chicas.
Viaje del 22 al 26 de noviembre, es decir hace casi un mes y no puedo creer que apenas publicaré esto. Hago este paréntesis porque ayer en la noche me sucedió algo y ellas sin importar la distancia, me acompañan, animan, entienden, consuelan y seguimos burlando la distancia con risas, anécdotas, canciones, fotos, mensajes, audios, tweets y lo que se nos ocurra para que el día que las vuelva a ver, espero sea muy pronto juguemos a que no existe ádios entre nosotras.
Darge me tomó muchas fotos de recuerdo que hoy parecen sacadas de sueños. Las palabras se las llevó el fuerte viento que había ese día pero ahora mis pies saben el camino para volver a visitarlas.
Volví a caminar por un cachito de av Corrientes, crucé 9 de julio, más fotos en el Obelisco y en el teatro Colón.
¿Viste que en la foto está nublado? Pues hacía mucho calor y nada comparado si hubiera salido el sol.
Hace rato Diego Uma subió una story a su instagram y me da mucha emoción ver edificios que seguramente vi o recorrí.
Bueno, creo que me empiezo a poner pesada con eso.
Creo que el único lugar que no me había tomado foto fue enfrente del teatro Colón en unos atriles casi más altos que yo.
En estos días que he tardado en escribir este enorme post me he dado cuenta que aún me faltaron muchas cosas que hacer y comprar, jajaja.
Muchos libros, música, ropa, muchas más fotos con ellas pero también he entendido que no importa lo que haga, no es suficiente Argentina para mi. Siempre necesitaré más.
En el camino Darge me mostró el lugar donde va a aprender idiomas y hace pocas semanas me compartió que se graduó de su 4o año de japones.
Pensé que Babasónicos hacía especial Buenos Aires, ahora sé que lo especial son mis amigas porque por ellas nuestra banda tiene más sentido, magia y delirio.
En esta foto no estoy posando, casi me caigo porque la banqueta tenía como un bache, jajaja y casi me mato yo sola, como Dárgelos, como siempre.
Llegamos a La americana empanadas para mi siguiente desafío, ja: Probar una empanada. La elegida fue de jamón con queso pero en verdad que no tiene comparación, hasta se me hace agua a la boca de sólo recordarla.
Darge estaba en modo paparazzi porque logró captar mi cara de orgasmo culinario, obvio salí horrible y después me tomo otra con pose para compartir ese momento con Florchu.
Luego una pizza que me regresó la alegría de tanta sabrosura junta en una rebanada con exceso de queso ultra delicioso.
No es por hacer menos a las mexicanas pero en serio se quedan cortas
En seguida de terminar, salimos y ya estábamos en av Santa Fe, reconocí el Ateneo y mi yo interna se sintió feliz porque ya no era una turista más (?).
Entré casi obligando a Darge porque ella siendo mi conciencia me decía que no debía gastar más, pero no resistí y terminé comprando el juego de Liniers, pero es que en serio, eso acá ni de broma se consigue.
Le prometí a Darge que en navidad mandaría una foto de mi familia jugándolo pero al tratar de jugar con mi familia me di cuenta que esta un poco complejo y desistí en enseñarles porque no lo entendí al 100.
La buena noticia es que a una de mis primas y a su novio les gustaron las tiras. Saliendo de la librería más preciosa del mundo caminamos unos metros y esta vez si encontramos abierta la galería bond street, entramos y me gusto porque es un lugar diferente, como si hubiera viajado a otra dimensión.
Tal vez si debí comprar algo, igual y no había muchas tiendas abiertas o tal vez si hubiera enloquecido. Hace tiempo pensé que sería genial que me hiciera un tatuaje en tierras lejanas, pero no tenía alguna idea de lo que haría y mucho menos el tiempo suficiente.
En un aparador vimos una pintura de una chica y Darge comentó que era mi yo argentina en esa pintura.
Regresando a la realidad creo que caminamos unos metros más y encontramos una plazuela, estaba a punto de pedirle que me tomará una foto ahí cuando voltee y vi un edificio bonito, como tantos que había visto pero este tenía no sé qué.
X, enseguida Darge comentó que es el circulo militar...el mismo lugar donde ella los conoció en persona por primera vez. Reafirmo, todo Buenos Aires es Babasónicos, Darge, Flor y lo mejor es que ahora yo también formo parte en esos paisajes.
Un helado de maracuyá con fresa y uno para Darge que nos ayude a bajarnos un poco el calor. Continuamos caminando hacía la torre inglesa y la estación de trenes "El retiro", ahora que lo pienso me sentía protagonista de una película francesa, de esas que me gustan.
Un descanso en una banca porque yo podía seguir caminando pero mis pobres pies empezaban a reclamar descanso.
Ojalá en ese momento si pudiera cambiar de pies para no cansarme y seguir recorriendo una ciudad tan bella como la que tiene Argentina por capital.
El coche llegó para llevarnos a Caminito. Calles nuevas que no alcancé a caminar, algunas zonas ya conocidas y en el radio un locutor curioso.
Antes de un corte comercial una mexicana dió el tráfico, no sé, algo así. Me dio mucha risa porque sonaba muy fresa, como que ya no aguantaba más dejarse ir por el acento argento.
Antes de despedirse le mentó la madre al locutor, él a su vez a ella y se empezaron a reír. Eso fue de las cosas más bizarras allá porque ni de chiste acá se escucha algo así ni en las estaciones que escuchan los microbuseros.
Después de no sé cuántos kilómetros o tiempo todo se empezó a pintar azul/amarillo, obvio los colores de boca y rodeamos el estadio, a lo lejos conseguí una foto porque obvio Argentina es sinónimo de fútbol y debía tener un recuerdo de eso.
Mientras rodeaba el estadio en la radio no sé que alegaban pero de fondo estaban los reyes magos de Ariel Ramírez, me empecé a morir de risa porque por inercia empecé a cantar (bajito obviamente) y entonces grabé porque quería tener recuerdo de que estando tan lejos el coro me demuestra que Argentina está presente en mis días.
Los locutores peleaban quien se sabía dicha canción y cuando llegó a su fin, nosotras llegamos a nuestro destino. Al bajar del auto me encontré con una mini ciudad ultra colorida y muy curiosa, volví a cambiar de dimensión porque ya no había más arquitectura afrancesada a mi alrededor.
Muchos recuerdos por donde quiera que volteara. Tantos lugares para tomarse foto, pero la primera fue en la entrada de Havanna justo en la cuchillita de las calles. Y un Maradona asomado en el balcón.
Y por alguna razón decidimos irnos del lado derecho.
Una banquita ahí como no queriendo la cosa, Darge me tomo una foto y seguramente fue ahí cuando me traje tantos colores de allá.
Porque juro que regresé más empalagosa y colorida de lo que me fui.
Y por fin, una selfie con Darge en un lugar como aquel para recordar siempre.
Las fotos se convirtieron en promesas para volver a vernos lo antes posible de nuevo.
Después una señora nos tomó otra foto abrazadas. Y empezamos a fijarnos si podíamos entrar a las casitas de colores que se veían atrás.
Caminamos y rodeamos la calle, entramos a un mercadito, nada espectacular en busqueda de la subida a aquellas ventanas coloridas, pero hasta ese momento no tuvimos éxito.
Volvimos a Havana y descubrimos entradas ultra coloridas llenas de regalos, recuerditos, esculturas y más colores.
Por fin, escaleras que me sentí como en la vecindad del chavo, jajaja. Y conseguimos encontrar las ventanitas curiosas.
Y parece ser que este fue el último sueño que cumplí en esta visita porque conseguí más de lo que esperaba en este viaje.
Después me sucedió algo medio loco, mejor dicho, la loca soy yo por pensar algo así. Estoy casi segura que soñé con aquel lugar, no todo pero una parte que me tome foto más por un gusanito dentro de mí que por algo espectacular.
Fue cuando capté que en todo el viaje no me acordé de cierto pez de colores porque en mi sueño, él protagonizó en algún momento el sueño en aquel lugar.
Igual no me dió mucho tiempo de reflexionar todo lo que sucedió porque cuando menos lo imaginamos el carro nos estaba esperando porque ya era hora de partir y el corazón reclamaba quedarse ahí otro rato.
Otra vez entré en trance porque no recuerdo algo del viaje de regreso.
La última vez que subí con gran maestría el elevador de titanic, abrir la puerta y sentir no sé qué.
Me bañé y cuando salí estaba la película: guerra de novias, me acosté en donde se había quedado Flor y la ví con Darge.
Ahora vengo captando que algo que he compartido con ella también son series y películas.
Y principalmente, por haber compartido esos días en Buenos Aires, que sigo sin creer que por fin las abrace después de tantas aventuras y delirios. Mi vida Babasónica no sería la misma sin ustedes.
No hay manera de expresar lo mucho que las amo y adoro a cada una. Sé que aquellos días viví cosas increíbles al lado de chicas increíbles con Buenos Aires como escenografía pero sé que aún nos faltan muchas aventuras que compartir, muchas fotos que tomar, les falta conocer muchas palabras mexicanas y que todo eso es el mejor pretexto para volvernos encontrar una y mil veces más.
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